Infinito interior

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                  Mira      mírame con rostro circunspecto y déjame ver quién eres

esto tomará unos pocos segundos y será posible verlo porque desde tu infinito interior proviene la luz que te identifica

tus ojos son la ventana de tu ser… claro que lo que está afuera también es expresión de esa luz proyectada, pero revela poco de ti comparado con todo lo que dices a través de tus ojos y lo que los enmarca


 

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En esta presentación fotográfica hay 24 imágenes con dos personas contrastadas que durante diez segundos nos permitirán hurgar en su interior.

En todas las fotos las personas del mismo lado se corresponden en su talante y proyectan una sensación similar que el subconsciente interpreta de forma positiva o negativa. Si se observan bien, ninguna nos dejará indiferentes.

Es más, al hacerlo, nuestra expresión facial adopta su semblante, las pupilas se dilatan con los rostros que agradan e incluso nos invade una grata sensación, en cambio se contraen con los rostros que no nos inspiran empatía.

Unos expresan la bondad y transparencia de su alma, nos miran desde su afecto impregnado de altruismo y nos hacen sospechar que independientemente de su condición, no han perdido la humildad y seguramente tampoco su contacto espiritual.

Otros aparentemente nos miran, pero en realidad sólo se ven a ellos mismos; en diez segundos no podemos ubicar el lugar donde debería estar su amor porque tampoco lo manifiestan hacia adentro; probablemente su mirada es la misma frente a una cámara que frente a un espejo.

Unos parecen identificarse con la vida y transmiten su paz, otros se ven demasiado cómodos en el mundo que les ha donado su arrogancia.

Unos y otros son la consecuencia de sus circunstancias particulares y quizás de un plan superior que los necesita a ambos, así contrastados, para poder ver… luego de comparar y pensar.

En esta serie de fotos no es casualidad que haya más mujeres de un lado y del otro más hombres, como tampoco que el ambiente bucólico favorece un carácter y el urbano, otro.

Tampoco es casual que todos los niños estén del mismo lado, puesto que en el mundo es casi imposible hallar uno que al mirarlo, nos impida advertir que nuestra luz interior ha estado allí antes que nosotros.

Y que permanecerá por lo menos en la memoria de los que la contemplaron.